Todavía cuelga en las paredes algún retrato de Napoleón, cuyo hermano, José I Bonaparte, da nombre al local: era conocido popularmente como ‘Pepe Botella’ por su afición al trago y al chato de vino. Abierto a mediados del siglo XX, el Pepe Botella (Calle de San Andrés, 12) acoge desde hace décadas a cineastas y literatos. Mateo Gil lo escogió para rodar varias escenas de su película ‘Nadie conoce a nadie’ y durante los años 90 reunió a una talentosa generación de realizadores, como Alejandro Amenábar. Sigue manteniendo una agenda cultural intensa, unas patatas fritas con pimentón dulce de escándalo y un café excelente, con el que observar desde la ventana la vida de la plaza del Dos de Mayo.